Seré breve. No me quiero apunar con tanta palabrería, y más cuando he dejado procrastinando tanto material, debido a las asiduas irregularidades que padece un servidor, llevando, en ocasiones, a no ver nunca la luz discos que tenía en mente publicar y que fueron tristemente abortados. Puesto que, éste no es el caso, toca turno del compositor francés de Música Electrónica: Daniel Wohl. Radicado en Estados Unidos.
¿Qué podemos decir de un cabrón que tiene bajo su ala títulos de composición en Bard College, en la Universidad de Michigan y en la Escuela de Música de Yale? Cuán menos un currículum abrumante que hizo uso en las, -exagerando la cantidad- casi centenar de colaboraciones en música de orquesta, música de cámara, música clásica, proyectos sinfónicos en Estados Unidos, etcétera. A ver… Contextualizando: la preparación académica y práctica de Wohl es suficiente como para saber que no se dedica a samplear cagadas para alentar a cualquier cocainómano o un chamaco saltarín dentro de un Life in Color.
Luego de facturar un par de trabajos de estudio, sale la tercera placa, que según palabras del autor describe éste álbum “État” que en francés significa "estado", haciendo referencia a una imagen evocadora, tanto antigua como futurista, que Wohl siguió imaginando mientras creaba la música, un artefacto del pasado que contiene un mensaje, enterrado en las profundidades de la tierra y poco a poco expuesto. Adornando la idea extra-musical con una grisácea portada de un rostro derritiéndose con un aura nostálgica de aquí a Taiwán.
Aclarando ya lo obvio: Daniel se ha instaurado como un compositor especialista en ensamblar una combinación electrónica con instrumentos acústicos con una notoria atmósfera sinfónica, y acá no es la excepción. Las canciones derrochan la homogeneidad del enfoque de música clásica con la utilización de samples o “partes” de instrumentos de cuerdas como llanas brumas junto a la columna vertebral, que no es otra cosa que la magia de los elementos electrónicos para construir una base de ritmo, un concepto y un sonido.
“État” me recuerda vagamente al uso experimental de los teclados y demás, de gente como Brian Eno o Jean-Michel Jarre (sin tener la osadía de comparárseles), porque resulta un sonido en ocasiones vago y con abundante sutileza. Y es que, no es una carencia en sí, es el enfoque musical y conceptual que lleva logradamente a cabo. Música Electrónica que roza al Ambient que, según mis putos tímpanos, no me mueve ni una sola neurona. Y, sobre todo, cuando NO atrapa al oyente con sus melodías.
Es curioso, el otro matiz a evaluar es la predominante y reiterante SUTILEZA que menciono. Si bien, se percibe la ardua visión y empleo de hasta sonidos de la cotidianeidad como teléfonos y demás parafernalia mezclada en capas dentro de una base electrónica de cada track, como es el caso de las más variopintas, ágiles y dinámicas del disco: “Primal” y “Subray”, pero en líneas generales tratar la barbaridad de instrumentos acústicos adheridos con los múltiples electrónicos para facturar temas con sabor simplón ambiental que van “in crecendo”, que en ocasiones me atraen y en otras me duermo plácidamente, es óbice para el disfrute pleno.
Sintetizando algunos puntos amargos u olvidables, están: ”Aftermatch”, “Dream Sequence” y la deleznable “Angel”, llevándome a olvidarlas, conciliar el sueño, e irritarme, respectivamente.
Ahora bien, el sonido electro-acústico del francés atestigua su capacidad irrefutable de componer, es palpable el cómo tracks como las iniciales: “Melt” y “Ships”, son muestra de la identidad y de la movilidad conjugada con los ritmos pausados y los silencios. Parte de la inventiva de la mixtura que se adueña Daniel Wohl de la manera más homogénea que se les ocurra, con grandes aciertos en segmentos y cambios de ritmos en las canciones. Destaco principalmente la maravillosa y contemplativa: “Orbit” que inicia con sonidos fundidos y una tonada de piano exquisita que expresa sensaciones como la desolación y la nostalgia. Siempre que la escucho me viene al coco la imagen de las ruinas materiales y espirituales de la guerra. Momentos puntuales soberbios que fusionan el dinámico –pero no vulgar- ritmo de una electrónica influida por clásica contemporánea con el halo de música ambiental con tonalidades y texturas suaves.
Para finalizar, decir que manejar: concepto-música-identidad tan palpable en un músico en 2019 es más que notable, pero el caso probable de que olvide éste artefacto dice más que todos los títulos de graduación de composición. Electrónica sofisticada y mixturizada con Música clásica contemporánea orientada al Ambient, para ponerlo mientras tus pensamientos albergan en tu cabeza o para deleitarse mientras yaces en la cama en un día lluvioso.
Por último, dejo palabras que describen cómo emerge la inspiración para Daniel Wohl en este disfrutable État, que extrapolándolo a otra(s) área(s) se torna interesante el siguiente pensamiento: "Encuentro que la noción es bastante fascinante", dice Wohl, "que algo siempre está ahí (conocimiento, experiencia, una idea), solo necesitas estar en el estado correcto, o tener la lente correcta, para poder percibirlo"
Nota: 6.0
Publicado Por: Zdzislaw Beksinski
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