Es impactante el cómo algo que por naturaleza divina o ingenio monstruoso de un ser en una determinada época resulte a día de hoy tan instructivo como fue en su tiempo. No nos engañemos, nos guste o no, el “Mathcore”, el “Djent” y cualquier etiqueta la mar de risible que quiera catalogar un recurso o sonido en la “música extrema” o Metal, es tan bienvenida como una puta de a 25$ sin SIDA. Más sorprendente aún, es el hecho inexorable de la camaleónica evolución que ha tenido el Metal, y que pese a ello, el estancamiento es todavía más inevitable. Por muchas herramientas que tengan un carpintero o albañil para construir algo, no puede realizar su obra sin tener una nimia idea o visión de los planos y de cómo usar las herramientas. De modo que, el Metal ni ningún género está exento de estancarse, es una ley natural que se debe de ralentizar lo máximo que se pueda con el ingenio, creatividad y osadía de los seres humanos con las herramientas que nos han dejado nuestros antepasados. Así como en la ciencia, en la tecnología, en las leyes, y demás; también en la música se debe de aprender de lo que hubo para construir un futuro.
Concretamente, remitiéndonos al METAL, tras ser en la actualidad tan globalizado como el porno y los genocidios, uno puede esperar o no esperar ya casi nada, dependiendo de qué ángulo. Metal, Metal, Metal, Metal… No, no hay vuelta atrás, solo hacía adelante. Es un hecho, uno puede encontrar tan plácidamente desde su champa discos, mezclas, regiones e integrantes más raros que el ano rojizo de Dios (es decir, el eclipse rojizo lunar). No nos debe de extrañar, ORCHID, grupo que emerge de la India es una, de millones, evidencia fehaciente de la transculturización de este bello y ruidoso germen que llamamos METAL (no me cansaré de escribirlo).
Pues bien, Orchid oriundos de Bangalore, India, tras zamparse en la escena formalmente con su autotítulado EP en 2016, han sacudido como mosquitos al gremio nacional más underground con ése hiriente, atrevido y pesado material de Death Metal con variopintas mezclas de Rock Progesivo/Psicodelico. Si bien, no es hasta 3 años después de su fogeo a nivel nacional que viene a sacar la erecta y venosa verga morena de 17cm y a penetrar todo a su paso. La verga enorme con la cual se presenta al mundo enseñando su brillante y húmedo glande se llama: “Miasma”. Placa debut de los Indios sureños que ante su EP, lo único que hacían, era presagiar el sonido característico que propiciaría en este primer lanzamiento.
De “Miasma” se pueden trazar una de ésas típicas disyuntivas que a todo pelele le ha ocurrido: ¿Y esto cómo se come?, ¿A qué género o etiqueta podría poner con cabalidad al sonido de lo que estoy escuchando? Lo dejé claro, el Ep solo vaticinaba el avance compositivo y musical al que podían optar éstas exóticas orquídeas indias. “Obsolescence” nos divide lo indivisible: los testículos. Desde el primer segundo una apabullante y aplastante muralla sónica nos muele acompañado de un Kaushal desquiciado tirando unos ininteligibles gritos. Y lo que puede parecer un “Mathcore” caótico que durará lo mismo que las rutinas de ejercicios en la casa, es decir: una puta eternidad de sufrimiento, nos equivocamos y PLAS! Aproximadamente al pasar el minuto llega una intervención medio psicodélica, medio Jazzera. Al transcurso del track, tras el apagón de testosterona renace la inicial violencia de nuevo con otros matices, con estructuras y tonos Deathmetaleros pero con el mismo desquiciante griterío vocal. En síntesis, la explicación del sonido de Orchid la tenemos en la canción de apertura.
¿Avant-Garde?, jajaja, o te vas o te puyo bicho!!!
Puesto que, la riqueza de Orchid es elaborar un sonido que se aleja del incipiente Death Progresivo con tintes jazzeros a lo que es “Miasma”: un casi Mathcore en el que abundan momentos que hacen del álbum entretenido. Desde los segmentos ultra jazzeros-psicodelicos como en una especie de mantra o interpretación de un paraje desolado que sirven como pausa a la tormenta colérica (como el caso de “Dead End”), hasta la demoledora avalancha de Riffs del artífice Vinay que junto a las impecable estructura o golpeteo Jazzero de Mayur está entre lo más destacable (como el caso de: “Master Supreme”, “Identoid”) sino fuera por el registro vocal de Kaushal alejando un poco los growls para sofocar el tímpano más pipiolo con ése salvaje y demente canto evolutivo del Hardcore más lacerante que te puedas imaginar en tu puta vida.
Y es que, el tracklist está tan bien pensado y dosificado, que pasamos de brutalidad excesiva de menos de 2 minutos a temas de extrema elaboración técnica en su composición. No es un dinamismo onanista ultra-virtuoso en el que se pegan una retahíla de cambios rítmicos y melódicos, pero el ADN del Jazz es tan palpable que aún en los ocasionales tonos disonantes de la guitarra y la embadurnada presencia del vocalista que atestiguan el cómo aún sin los pasajes calmos en casi todas las canciones se siente la esencia del Progresivo o del Jazz en el desarrollo de las estructuras. Es acá, donde la metamorfosis a un Mathcore asequible torna credibilidad, y Orchid torna identidad.
Canciones exquisitas que abanderan al álbum: “Obsolescence”, “Dead End”, “Sugar Pill” y “Zero-Sum Game”. Putas locuras que pueden testificar a mi favor sobre lo que escribo y apoyo con fervor. Muestras enormes de brutal exposición de lucidez compositiva conjugada con la densa y pesada demencia trasferida en Riffs progresivos cual arma atómica inevitablemente destrozará cada partícula existente de nuestro ser, y con ésa variaciones melódicas que incluso nos recuerde a un Rockcito hasta nos gustará. En cambio, los gruñidos e imparables rugidos del vocalista junto al animalejo que está hecho el baterista nuestro cuerpo reposará hasta que surjan los apacibles tramos en los cuales se puede apreciar también al Bajo. Aunque, no será necesario explicar que no es el típico disco que abruma hasta que te crezca un tumor cerebral, es, dentro de la incesante pesadez del presente “género”, accesible, si lo dejamos reposar y nos dejamos ir cual nenúfar en su tranquilidad, aunque esto reparta pesadez hasta los huevos con altas dosis de Metal Progresivo.
. En síntesis, otro debut firme, fresco y grande que satisface a todo oyente del exterminio musical, y encima, tan accesible como un crujiente Cheetos de cartón cucaracheado.
Otro verdadero descubrimiento de la actualidad y de toda región del planeta que satisface a su servidor y a cualquiera que precie de escuchar las moviditas actuales en vez de venerar las cagadas auto-plagiadas de los anquilosados Brontosaurios del Metal. Abrir espacio a los cipotes!!!, Abrir espacio a cualquier país!!! Abrir espacio a cualquiera que ofrezca algo de propuesta!!!
Ofrezcámosle apoyo a una orquídea india que quiere deslumbrar con su belleza a la flora universal, y no al orinado monte chuco y ordinario.
Felicitaciones a Orchid, y sigan mutando, que ustedes son los que valen la pena, no las asquerosas momias.
Nota: Un 7.0 tan alto como el Volcán de Izalco
Publicado Por: Zdzislaw Beksinski
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